sábado, diciembre 24, 2011

Enamórate o cambia (Carta 1)

“¿Por qué no te escribo? Tú me lo preguntas: ¡tú, que te cuentas entre nuestros sabios! Debes adivinar que me encuentro bien y que…, en una palabra, he hecho una amistad que interesa a mi corazón. Yo he… yo no sé…”
Te estarás preguntando cómo puede ser la mujer que ha despertado en mi tanto interés. Realmente no lo sé: podría describírtela de modo que la vieras como una persona completamente vulgar o imaginaras a la más bella criatura de dios, pero es esa persona que la ves y al instante sabes “que es ella”. ¡Tú ya me entiendes mi buen amigo Pierrot! 
En el momento que la vi comprendí el por qué de la existencia del tiempo, el cual me había llevado hasta ese mismo instante para petrificarme, hacer que todo se detenga y hacerme sentir anodino ante su divina presencia. Se presentó como Lotte y mientras puede disfrutar de su compañía, la piel se me erizaba, prestaba gran atención a lo que decía, pues cada frase con la que me obsequiaba parecía escrita por un gran poeta, y mi mirada no podía desviarse de la comisura de sus labios.
Pierrot seguro que tú sabes lo que es eso: estar tan cerca de la persona que deseas y tener que contenerte, es como hablar con un abismo de por medio.
Cuando la conversación terminó no pude evitar prestar atención a los diálogos que entablaba con el resto de invitados, y en una ocasión pude escuchar como le comentaba a una de sus doncellas que en unos días regresaría su prometido. Lejos de caer en la desesperación brotó en mi un nuevo sentimiento que jamás había experimentado de este modo. Me siento como Adán robando el fruto en el jardín del Edén con Eva, o como Romeo acudiendo a ver a su amada Julieta a hurtadillas para no llamar la atención de los Capuleto.
La certeza de lo imposible ha despertado en mi un deseo irracional de lo mas desconcertante. ¡Lo que daría por ser su amante Pierrot! Pues el amante es con toda certeza el que con mayor intensidad ama, a pesar de tomar para si lo prohibido.
Incluso cuando los deberes me apartaron de ella y me hallaba de regreso a mi estudio pasó a mi lado una dama que desprendía un aroma similar al de Lotte. Ambos sabemos que el olfato nunca ha sido uno de mis sentidos mas agudos, pero Pierrot, no puede dejar de inspirar las pequeñas partículas de la fragancia que despedía aquella dama mientras pude.
Es dueña de mis sentidos y mis pensamientos. Incluso me cuesta hilvanar dos frases seguidas, pero no te preocupes mi buen amigo Pierrot: nunca me he sentido tan escritor como ahora.



0 comentarios:

Publicar un comentario