lunes, diciembre 12, 2011

La bella época

Era una fría mañana de invierno. Estaba en la estación de autobuses sentado en un banco de hierro frotando mis manos entre si para calentarlas, con la nariz colorada y expulsando vaho por la boca debido a la congestión nasal que me impedía respirar por la nariz. A mi lado se sentaron dos hombres con una estética completamente descuidada. Bajo el cartel de no fumar, uno de aquellos pobres hombres abandonados de la mano de dios, comenzó a liarse un cigarro con sumo cuidado y en completo silencio.  Silencio que su semejante respetaba mientras observaba como su compañero liaba con sumo mimo el cigarro como si fuera una obra de arte. Al terminar y comentar lo perfectas que eran las formas del cigarro fruto de la habilidad y experiencia que poseía, dio una primera calada y exclamó “¡Esto es la vida amigo!”. Entre calada y calada continuó filosofando sobre lo que para él era la vida, como si fuera el precursor de una nueva revolución bohemia en pleno siglo XXI. Su compañero le observada con clara admiración y como si se tratase de su fiel escudero, su Sancho Panza que asentía ante todas las enseñanzas de su maestro acerca de “combatir contra gigantes”. Realmente hablaban de eso: de combatir contra gigantes. Pero la pequeña comunidad que conformaban esas dos personas atrajo mi atención.

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